El primero en representar los ronquidos con la onomatopeya “zzz” fue el alemán Rudolph Dirks en una tira cómica de la revista alemana Katzenjammer Kids, que fue publicada el 2 de agosto de 1903. Esto permitía diferenciar en los dibujos entre una persona dormida de otra que estaba muerta.
Los cómics difundieron el uso de “zzz” como expresión gráfica de ese sonido en todo el mundo, fundamentalmente a través de la cultura pop estadounidense. Pero ¿cómo se representa en otros países? Los alemanes utilizan “chrrr”, a priori más cerca del sonido real que “zzz”. Los franceses apuestan por la sonora erre: “rrroooo”, “rrr”, “roon”…. Los españoles también usan “rooooon”, los japoneses “guu guu” y los finlandeses “kroohpyyh”, sonido aparentemente más complejo y reconocible para muchos de quienes lo sufren.
Generalmente, la persona que los emite no es consciente de la agresión a los tímpanos ajenos, pero el viejo concepto de relacionar los ronquidos con sueño relajado y reparador carece de base científica, como veremos.
Roncar un acto muy común que se acentúa con la edad: más de la mitad de las personas mayores de 60 años lo hacen. El ronquido se produce durante la inspiración, y raramente persiste durante la espiración. Es generado por un incremento en la resistencia de las vías aéreodigestivas: conforme la vía aérea superior se estrecha, la resistencia aumenta y los tejidos vibran, generando el sonido característico. Normalmente es una “banda sonora” irregular, tanto en frecuencia como en volumen.
Este comportamiento está vinculado a las apneas: aunque no todos los roncadores presentan esas pausas respiratorias durante el sueño, y tampoco todos los pacientes con apneas tienen roncopatía, las personas que roncan presentan más riesgo de padecer apnea obstructiva de sueño. Esto concierne fundamentalmente a los grandes roncadores.
Además, muchas de las personas que roncan se quejan de haber experimentado un sueño no refrescante y de sufrir afectación cognitiva durante el día. Puede deberse a una pobre eficiencia de dicho sueño, con incremento de los despertares durante el mismo.
Algunos estudios incluso apuntan a que la transmisión de los sonidos del ronquido puede generar un engrosamiento de la pared de la arteria carótida. Sin embargo, no se relaciona como factor independiente de la enfermedad carotídea (obstrucción que puede provocar un accidente cerebrovascular).
A menudo, como indicábamos al principio, es un problema mayor para el compañero de cama que para la propia persona que emite el estridente sonido. Incapaz de dormir, el sufridor empujará al roncador para que cambie de posición y así se detenga o mitigue el ruido. Y seguramente lo conseguirá temporalmente, evitando que duerma boca arriba (decúbito supino) o provocando una menor profundidad del sueño y una mayor activación cerebral y muscular.
La pérdida de sueño de los compañeros de cama por este motivo se estima en unos 60 minutos cada noche, lo que puede tener consecuencias físicas y mentales a largo plazo para ellos.
También están expuestos a unos niveles de ruido ambiental que exceden los límites de la contaminación acústica nocturna recomendados. Un estudio incluso revela pérdida de audición en el oído crónicamente expuesto al estrépito del ronquido.
Pese a todo, roncar suele ser considerado más un problema social que un asunto médico. Quizá por eso existe mucha heterogeneidad en los tratamientos aplicados.
A modo de conclusión, es importante evaluar a los pacientes roncadores con un estudio de sueño, para descartar la apnea, pero no existe un tratamiento que elimine este problema en todos los afectados. En cualquier caso, la pérdida de peso y el cambio en el estilo de vida se muestran como las medidas más eficaces.